Son muchos los factores que hay que tener en cuenta a la hora de intentar mejorar de una manera palpable la eficiencia energética de una vivienda. En este sentido, analizar y examinar bien el estado de las cubiertas y tejados es sin duda uno de los puntos más importantes, ya que hablamos de zonas de la casa especialmente sensibles en lo que se refiere a la protección frente al frío y el calor. Esto queda comprobado a raíz de los resultados de multitud de auditorías energéticas.
Analizar la calidad de una cubierta debería ser algo que los usuarios y compradores de casas tienen más en consideración. Lo que está claro es que el frío tiende a bajar, mientras que la tendencia del calor es subir; esto sucede porque las partículas se dilatan con el aire caliente y se contraen con el aire frío, por lo que en temperaturas más bajas el aire se hace más pesado.
Por tanto, debemos tener claro que una buena cubierta, aislada de una manera adecuada, servirá para impedir que el frío entre en la casa y para evitar que el calor acumulado se marche. Hay muy diferentes tipos de cubiertas y tejados, así como muy diversos materiales para la configuración de una cubierta.
Las condiciones climáticas de cada enclave condicionarán el tipo de material que deba emplearse en la cubierta. Y es que no es lo mismo un tejado inclinado de pizarra o teja de un lugar lluvioso o de montaña que el tejado de una cubierta plana y de color claro de un enclave caluroso del sur.
En cualquier caso, por desgracia no todos los tejados están aislados como tendrían que estarlo ni están construidos del modo idóneo, como bien lo aclaran las auditorías energéticas. Esto ocurre principalmente por dos motivos:
Primero. Lo normal hasta hace unos años era que la cubierta se construyera con las miras puestas en impermeabilizar, pero no en aislar térmicamente, algo que era secundario. Hay casos en los que incluso se cambió la impermeabilización del tejado sin mejorar el aislamiento.
Segundo. Una vez que el aislamiento de las cubiertas ganó en trascendencia, se reducían los espesores al mínimo y se usaban materiales de poca calidad para conseguir ahorrar.
Es en este punto donde la rehabilitación de viviendas tiene que prestar especial atención al aislamiento de la cubierta, algo que puede desarrollarse de dos modos:
Aislamiento por el interior. Se recomienda rellenar de un material aislante (roca insuflada o celulosa proyectada) la cámara de aire que hay entre la estructura que aguanta el tejado y el techo de la buhardilla. Se trata de una intervención sencilla y que puede completarse con rapidez. Así se podrá percibir mayor comodidad, al tiempo que se ahorrará hasta un 35% en aire acondicionado y calefacción.
Aislamiento por el exterior. Es muy recomendable. Se usan planchas de poliestireno extruido, que se ponen sobre la lámina impermeabilizante para protegerla y hacerla más duradera; en las cubiertas planas se puede instalar un Green Roof.